ball point pen on opened notebook

Salir de la zona de confort para escribir.

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Empezar a escribir es difícil. No solo cuando se empieza a escribir de cero, sino a la hora de empezar una novela nueva. Has terminado una novela y, a la hora de empezar con otra, parece que se te ha olvidado todo, que ya no sabes ni vas a saber nunca cómo volver a escribir.

No tiene que suceder necesariamente al empezar. A veces ocurre a mitad de la novela. Odio no poder sacar un hueco entre semana para darle a las teclas porque si cojo la novela de fin de semana en fin de semana ya no sé por dónde seguir.

Pero pasa una cosa curiosa: que cuando paso un fin de semana fuera, en un viaje exprés que está bien de precio, llego a casa con más ganas de ponerme a escribir.

Fui a París de viernes a domingo y pasear por las calles francesas me hizo sentirme en una película, en una novela. Me hizo querer escribir algo ambientado en esas calles. Me lleva a romantizar la escritura al máximo. Tampoco es buena idea romantizarla del todo, pero me carga las pilas, me llena de ganas de escribir.

Supongo que es algo que siempre pasa cuando sales de la rutina, pero sucede más cuando eres una persona creativa. El cerebro hace conexiones nuevas, te surgen nuevas ideas.

Por eso creo que, a lo mejor, el síndrome de la hoja en blanco no existe: sólo hay que decansar.

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