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Mi problema con las ediciones especiales.

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Hubo un pésimo momento en el que a alguien se le ocurrió pintarle los cantos a un libro para darle un toque distintivo y desde entonces tenemos que enfrentarnos al problema del coleccionismo, la especulación y los precios abusivos de las ediciones especiales.

Imagen de ediciones especiales de los libros de Sarah J Maas

Ediciones especiales: ¿sí o no?

En un gran número de ocasiones, lo que nos ofrecen por una edición especial no es más que eso, un canto pintado. Con un poco de suerte podemos tener unas guardas decoradas y alguna ilustración interna. Cosas que en editoriales independientes se llevan haciendo desde el principio porque era una se sus formas de desmarcarse de los gigantes editoriales. Digamos que a nivel estético se trabaja un poco más el contenido para que te llame la atención aunque no te suene el autor. Y sin que los libros pasen los veinte euros, por cierto.

Pero eso es algo de lo que hablar en otro momento.

No estoy en contra de que se hagan ediciones especiales. De hecho, yo personalmente tengo dos ediciones de Minalima de Peter Pan y El Mago de Oz, que me costaron unos 30 euros cada una y tienen ilustraciones en todas las páginas y elementos tipo pop up. Y me compré precisamente esos dos libros porque son dos de mis clásicos favoritos (quizá seguramente junto con El retrato de Dorian Gray).

Voy un poco a eso: las ediciones especiales deberían ser especiales por algo. Más allá de que sea la primera edición.

Quiero tener ediciones especiales (en realidad no, no soy coleccionista de libros) de mis libros favoritos, no de absolutamente todos. Y ahora mismo tenemos un panorama que nos ha llevado a: una edición especial a casi treinta euros o no te lees el libro.

Y no estoy a favor de esa falta de accesibilidad de la lectura.

Pongo el ejemplo de Katabasis porque es el que más me duele. Me lo he acabado comprando en la edición más barata que he encontrado, en inglés, claro, solo cinco euros más caro que la versión digital. Ese debate lo podemos tener otro día.

El ejemplar de Katabasis no sé cómo será; no he sido capaz de encontrar una imagen del libro en tapa blanda. Me da igual, porque lo que me importa del libro es poder leerme la historia, pero no deja de ser curioso. Aun así, veinte euros por un libro de tapa blanda en inglés estándar es carísimo cuando me compré The house in the cerulean sea en Waterstones por doce libras cuando aún era técnicamente una novedad.

La maldición de la estética.

Aunque le ha caído muchísimo odio a María Pombo por sus declaraciones sobre la lectura y los lectores y el hecho de tener libros en su estantería sin haberse leído ninguno, no veo tanta diferencia con una cuenta medianamente grande de tiktok promedio. Podría decir otra red social, pero parece que la de vídeos cortos es la que lleva los últimos años en boga y porque es la que más favorece la inmediatez y la serotonina rápida que da el ver sus vídeos. En las cuentas prima el contenido de recibir libros bonitos y luego deshacerte de otros porque ya no los vas a leer. Y de esto no pasa solo en el mercado hispano, de hecho creo que es una ola que nos hemos acabado comiendo.

Hace diez años lo que queríamos ver en la comunidad de libros eran opiniones, reseñas y recomendaciones con algún que otro booktag. De un tiempo aquí lo que más nos interesa es ver lo bonita que es la décimo sexta edición especial de Trono de Cristal con un contenido exclusivo que solo puedes leer si la compras. Claro que en la de Fairyloot te viene otro capítulo con otro punto de vista y en la de veteasaberqué un final alternativo.

No lo sé, me lo invento.

Pero una de dos: o la historia se queda incompleta a propósito para incitarte a comprar otra cosa más como si fuera la expansión de un videojuego, o bien el contenido extra no tiene mayor fundamento para la trama y solo es un reclamo para, de nuevo, incitarte a comprar otra cosa más.

En cualquier caso es una actitud que, por lo menos, da que pensar.

Y que genera injusticia entre los lectores: si regalas contenido exclusivo físico, no te cuesta nada subirlo a la web como si fuera un avance para que esté a disposición de todos tus lectores. Porque tus mejores lectores no son aquellos que tienen más dinero para poder gastárselo en un solo título, son los que te compran varios porque les interesa lo que cuentas, y en este sentido me vale tanto a nivel editorial como a un autor en particular.

Que cada uno haga con su dinero lo que quiera.

No voy a ir a la casa de nadie a decirles lo que hacer con su dinero como espero que no venga nadie a la mía a decirme cómo gastarme el mío. Pero vamos a participar en las cosas sabiendo en lo que participamos. Y si cedo a comprarme la versión de Catábasis en español a veintisiete eurazos, favorezco que eso se repita, porque la empresa gana dinero. Sé que si caigo en el comprar libros por encima de mis posibilidades lo que estoy favoreciendo es un sistema editorial que prime el publicar y publicar libros sin prestar atención a cómo sale porque, total, para cuando lo vayan a leer ya habrá posiblemente miles de personas con el ejemplar en sus casas.

Te lo resumo por si quieres ir al grano:

Mi problema con las ediciones especiales es que hace la lectura menos accesible. Hace que los libros se conviertan en un artículo de todavía más lujo cuando deberían rebajarse para que más gente pudiera acceder a la cultura. Si va a haber una edición de tapa dura especial a veinticinco euros, debería haber a la vez una edición de tapa blanda a diez.

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