Cuántas soñamos de niñas con convertirnos en escritoras, con pasar horas y horas delante del ordenador, frente a un cuaderno, escribiendo a mano descripciones complejas, metáforas y diálogos. Dentro de nuestras ensoñaciones no estábamos pasando la misma cantidad de tiempo en una web de diseño aficionado para crear montajes estéticos de nuestro libro o de nuestra lectura para llamar la atención de los lectores.

Pero claro, tampoco contábamos con que escribir solo iba a ser uno de nuestros trabajos. Con que esas horas las íbamos a medio robar de nuestro día, a sacrificarlas en a costa de nuestro ocio o de nuestro sueño, que tendríamos que elegir entre tener vacaciones totalmente o aprovechar nuestro tiempo libre para escribir, para ser las escritoras que soñamos.
En 2023 lo tuve claro. Aproveché mis vacaciones (también llamado paro forzoso de junio a septiembre por ser fija discontinua) para ser escritora al cien por cien. Me levantaba para escribir, descansaba para corregir, abrí mi web… Viví mi vida siendo escritora.
¿Me vi viviendo esa vida siempre?
Desde luego que sí.
¿He podido volver a hacerlo?
Lamentablemente no.
Me gustaría intentarlo este verano, la verdad, pero no sé si me irá bien.
Ese verano pude terminar un middle grade, corregir Cuando el búho se despierte y escribir de cero El don de Gabriela. Me formé en la escuela de Literatura Juvenil para Escritores durante todo el mes, creé mi web y pensé formas de promoción tanto de Wtichypop como de Cuando el búho se despierte. Fueron unas semanas muy productivas. Tanto que me encantaría volver a tenerlas.
Pero somos escritoras, y si estás leyendo esto seguramente tus royalties no den ni para una compra semanal. Somos escritoras y crecer hoy en día es difícil, puede que más que nunca. Así que nos quedamos esclavizadas en un trabajo que nos mantiene fuera de casa mínimo ocho horas diarias. Tenemos un trabajo nutricional (me encanta llamarlo así) y un trabajo pasional. Y lo más probable también es que tengamos que cuidar de nuestra propia casa, cuando no de más personas.
Ser escritora hoy en día no es solo eso, que ya de por sí tiene tela. Ser escritora es saber un mínimo de marketing, de edición de fotos y de vídeos, de SEO… Porque siendo realistas con lo que te pagan de los libros lo más probable es que no te merezca la pena pagar a alguien para que te lo lleve. Ser escritora es tener un mínimo de conocimiento de lenguaje verbal y no verbal para hablar en público, saber vender y saber promocionarte.
En resumen, ser escritora es tener mil trabajos y que tus ingresos no lleguen ni para cubrir uno.
Deja una respuesta